Antaño la suela se hacía con ruedas ya usadas y el resto de la sandalia con cuero de cerdo o de buey con el pelo hacia fuera. Lógicamente eran muy rústicas y sólo existían en el color original de la piel.
Hoy se fabrican en todos los colores y con diseños diferentes y, aunque generalmente son de piel de vaca, también se encuentran en tela, esparto o con un trenzado de rafia. Incluso siguen una tendencia de moda cada temporada, que este año se refleja en los dibujos y el pasado fue en los troquelados.
Los decorados que adornan estas avarques (en plural) van de las flores a las mariquitas, entre otros motivos. También ha tenido mucho éxito el pirograbado de una sargantana (lagartija), con el cuerpo en la sandalia izquierda y la cola en la derecha.
De suela especial para los más pequeños
Se fabrican desde el número 18 y las tallas más pequeñas llevan suela microporosa (goma inyectada en aire) para que sean más ligeras. Existe una línea ecológica, hechas a mano y con la suela de neumático reciclado.
La fuerte demanda ha hecho que fabricantes menorquines dedicados tradicionalmente a líneas más finas de calzado se sumen también a esta moda incorporando a sus colecciones nuevos diseños.
Este tipo de sandalias se puede encontrar en muchas zapaterías, aunque hay que asegurarse de que sean las auténticas avarques menorquinas. Al parecer, sólo las que proceden de este lugar encajan en el talón con total precisión.
Las avarques menorquinas se fabrican en Es Mercadal, Alaior, Ciutadella y Ferreries. Se venden en zapaterías de todas las Illes Balears.